miércoles, 22 de abril de 2020

lo más deseado.

cuando acabó la pandemía me dispuse a hacer lo que más me apetecía , un viaje  al país más extraño que se me ocurriera. pensé en repetir el viaje que hice hace unos años al Líbano, una experiencia inolvidable. Claro que entonces era más fácil, mi hijo estudiaba en Beirut, y conocía bastante bien el país, además de defenderse en árabe, algo que resultaba muy útil en las visitas a sitios turísticos para que no nos confundiera con turistas americanos. De todas formas Líbano es un país multicultural donde hay una regla curiosa, si se dirigen a tí en francés, posiblemente hablas con un cristiano, si es en Inglés con un musulmán. al final me decidí. saque un billete con escala en Roma y después de más de 8 horas de viaje aterricé en el siempre nuevo aeropuerto de Beirut. Siempre nuevo porque en cada guerra con Israel resulta bombardeado y tienen que reconstruirlo. Al llegar al aeropuerto y tras pasar los controles de inmigración me dirigí a la puerta de salidas, como mi hijo me había recomendado en el anterior viaje. Allí varios taxis esperaban a recoger a algún pasajero que no quisiera usar la parada oficial. me dirigí al primer taxista en Inglés ¿cuanto a Hamra? 20 dólares, me dijo, no es mucho le doy 10. 10 es muy poco, 15. de acuerdo. Fuen más fácil y barato cuando mi hijo negoció en árabe y en libras, aunque en Líbano aceptan dólares en todas las compras, y siempre te aplican el cambio oficial, al negociar en dólares piensan que pueden cobrarte más por la carrera. la gente es muy honrada con la excepción de los taxistas, con los que hay que tener mucho cuidado. Al hotel 24 rooms en Hamra. en media hora estábamos allí. el hotel es un establecimiento pequeño y muy cómodo, el nombre es literalmente su tamaño, cerca de la concurrida calle Hanra, en Beirut oeste, en un barrio suni, lleno de restaurantes y bares que abren casi toda la noche , y donde puedes comer por muy poco dinero y beber lo que quieras. 
después de dejar las maletas en el hotel cogí la cámara y me lancé a la calle. Hamra es un barrio bullicioso a cualquier hora, era ya de noche y todos los locales estaban abiertos. compré un cargador para el móvil y busqué un sitio para cenar. una cena espléndida, con falafel, humus y de postre bailaba, que me costó apenas 3 dólares. después me metí en un bar donde tocaban música en directo y pedí un whisky con hielo. Las copas es lo único que me parece caro en Beirut, pero incluso en un barrio musulman encuentras sitios donde beber sin problemas. siempre que no estés cerca de una mezquita,  la música era magnífica, y el ambiente genial. el local estaba lleno de libaneses que seguramente venían mayoritariamente del mismo barrio o de algún barrio cristiano cercano. las libanesas son muy guapas, aunque la mayoría se han intentado mejorar con alguna operación de cirugía estética, uno de los grandes negocios del país. Algunas bailaban solas en la pequeña pista de baile. pensé que el viaje había empezado bien. 
a la mañana siguiente, después de un desayuno abundante en lhotel, me lance de nuevo a la calle, para trecorrer la Corniche, el paseo marítimo de Beirut y visitar el centro de la ciudad, cerca del Zoco, reconstruido después de la guerra civil, al estilo europeo. lleno de tiendas de lujo y con poca gente en las calles. Hay alguna mezquita de la edad media interesante cerca del centro. y puedes ver el contraste del país en la mezquita de minaretes azules dedicada a Hariri, el primer ministro asesinado en un atentado hace unos años. Hice la foto típica, cn la mezquita, la catedral maronita y la ortodoxa de San Jorge en la misma manzana. Después de comer me acerque al hotel fenicia, para encargar un coche de alquiler que me llevaría al día siguiente. al lado del Fenicia, están las ruinas del holyday inn, un impresionante edificio de 20 pisos donde todavía se aprecian las heridas de la artillería de la guerra civil. pero eso es Beirut, creo que han decicdido de Carlo así para que la gente no olvide lo que ocurrió aquí hace apenas 30 años. creo que eso influye en el caracter hedonista y práctico de los libaneses, para los que la prioridad es vivir el instante, por si acaso estalla otra guerra en cualquier momento.

Por la noche no me resistí de nuevo a la buena comida y bebida con música en Hamra. pero me acosté temprano. al día siguiente iba a madrugar.
dsepués del desayuno de rigor en el hotel, fui nadando hasta el fenicia a recoger el coche. Conducir en Beirut me parece  el único peligro real de la ciudad. el tráfico es caótico , y las señales, cuando las hay, que no es frecuente, son solo una referencia, ya que nadie las respeta. pero quería ir a las tres ciudades bíblicas, Biblos Sidón y Tiro. aunque viajar en autobús era una opción, incluso divertida, tenía poco tiempo. El primer día fui por la carretera de la costa hacia el norte, a la ciudad de Biblos. Es una ciudad hoy mayoritariamente cristiana con más de 5000 años de historia, donde se inventó la escritura. un sitio precioso, con murallas de la época de las cruzadas y lena de iglesias medievales. En el puerto pedí una mesa en el restaurante Pepe,  de un mejicano que vive aquí desde antes de la guerra civil. ahí es posible comer pescado y marisco recién pescado, eso sí, a precio de París en lugar de Líbano, pero el exceso valió la pena. . la clientela era otra vez mayoritariamente libanesa. con mujeres vestidas como si fueran a una fiesta en París, más que a un restaurante en Oriente próximo. después de comer y tomar un espeso café libanés, muy parecido al griego o turco. cogí el coche para dirigirme al norte, a la ciudad de Trípoli. es la ciudad que más responde a lo que un extranjero puede esperar del Líbano. Había blindados del ejército por todas partes. Aparque al lado de uno, y un soldado con un fusil de asalto se dirigió hacia mí dritando en árabe. no hablaba apenas inglés, pero cuando le di el pasaporte y vio que era español, empezó a dar paradas al aire y me hizo la pregunta inevitable ¿Madrid o Barça? le dí la repsuesta más segura allí Barça y dejo de saltar con una sonrisa, para mi tranquilidad. le pregunté en inglés si podía dejar allí el coche y me dijo un “no problem” aun me dejó tranquilo. El zoco de trípoli es el lugar más sucio y caótico que vi en todo el líbano. poe lo general un pais muy limpio y ordenado (esxcepto el tráfico, claro). pero un lugar interesante. L proporción de mujeres con velo era en Trípoli muy superior a la que se ve en Beirut, y pude sacar unas cuantas fotos fantásticas con la luz de la tarde cayendo sobre el zoco. 

Al día siguiente me dirigí hacia el sur. para visitar las ciudades de Sidón y Tiro, hoy llamadas Saida y Zur. Sidón es una ciudad suní donde de vez en cuando sunies y chiíes se lían a tiros por las calles, pero esta vez todo estaba tranquilo. enfrente del puerto, en una pequeña península, está el castillo cruzado que se puede visitar, y enfrente el sitio con el mejor falafel del Líbano el Falafel King. un local pequeño con una terraza donde lo sirven como comida rápida, pero absolutamente delicioso. después de eso y del inevitable café libanés en una terraza en el puerto seguí hacia el sur, para visitar Zur, o sea Tiro. al llegar al rio Litani, que en todas las guías turísticas te dicen que no puedes cruzar, había controles del ejército. Siguiendo lo que había aprendido en mi viaje anterior sonreí enseñando el pasaporte y me dejaron pasar sin problemas. El sur del Litani es la zona que Israel ocupa periódicamente en cuanto se produce la menor provocación por parte de Hizbolla o del ejercito libanés. Se ven con frecuencia blindados de los cascos azules de la ONU, no el continfgente español, que está un poco más al interior, sino soldados irlandeses e italianos. 
a pesar de las advertencias a los turistas,  la visita a Zur (la antigua Tiro) vale la pena. Se puede vsiitar un hipódromo romano casi intacto, y vacío de turistas , y las ruinas del palacio de Alejandro Magno, con sus mosaicos originales. Antes de la conquista de Alejandro, Tiro era una isla, que presentó una resistencia tan feroz al ataque del macedonio , que cuando lo consigui, como castigo, convirtió en una península. En la parte antigua puedes tomarte unos pescaditos fritos en un chiringuito de una playa donde se ven en la arena columnas fenicias y griegas. un sitio espectacular.
Todavía me quedaron un par de días para acercarme al valle de la Bekaa, donde hay que visitar las ruinas de la ciudad omeya de Ansar y sobre todo Balbek. con un impresionante templo romano casi intacto dedicado a mi dios favorito,: Baco. el último día subí a las montañas donde pueden verse los últimos cedros del Líbano. Un sitio impresionante, con pequeños pueblos de cristianos maronitas en los que tienes que usar el francés para comunicarte, y donde la gente no es tan acogedora como en los barrios musulmanes de Beirut, pero que vale la pena ver , de todas formas.
al volver de nuevo a Valencia, creo que echaré de menos otra vez esta visita, es una lástima que todavía se perciba tanto miedo y odio entre las diferentes religiones en Líbano, por las heridas que abrió la guerra civil. a pesar de eso, es una experiencia vital y cultural imprescindible , que os recomiendo si tenéis la oportunidad de hacerlo.

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